Y es a la voz de la mala hora
cuando dormitan los sentidos,
cuando es el fin de lo vivido,
cuando el alma en el aire mora.
Sonrisa turbada de penas
presa está en el llanto del día.
Desprovista de la alegría
queda el habla de tus ojeras.
Que no son sólo los pájaros
los que se encaminan al cielo;
que es como un agua sin cántaro
que esfuma la vida del cuerpo.
Volverá al recuerdo todo y más,
¡Que lo borre si puede el tiempo!
Si acaso hay algo más incierto
que el secreto de la eternidad.
Migrando está su mayor virtud.
Más arriba que todo sube,
Blandíendose y formando nube,
Llorándote en tus ojos, su luz.
Tal así, se aleja su humo
tan fúnebre como indigesto.
Tan bonito y a la vez tan duro
es el sentimiento en tu gesto.
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