5 may 2006

Mi deriva

Manos en barro de las sensaciones,
Que moldeando a su antojo mi vida,
Florece la verdad aún no escrita;
Reanimando a mis lamentaciones.

La sabiduría innata del necio
Reblandece mis ansias de progresar,
Ocupa parte mayor de mi espacio,
Y aún no queriendo me da en que pensar.

Solo bajo todo sol asombroso,
Por quemar mi espalda, resistiendo
Aguanta férrea, doliendo sombras,
Resistiéndose a pelear, que sobra.

‘Comas profundas’ en parón crítico
Mentalizando a mi ser combustible
A separar a todo lo cívico,
Por alejarlo y, a la vez, deflagrarle.

Decenas y más de angustias me antojo.
Cuando quieras descansar, me tendrás. Sí.
Solo al filar, te miro de reojo,
Aportando acongojante frenesí.

Sacos de humo renqueante pesando,
Descargan látigos de ‘no’ y te avisan.
Como poco, con los labios pisando
A verdades, que aun así, no me besan.

A mis idolatrías atestiguo,
Por dolencias menores resentidas,
A percibir en el sentir ambiguo
Delirándolas hacia mi deriva.

El síncope del resentirse aciago
Da píe a recibir desolaciones.
Rara vez se me entromete en cánones
Por querer morir tal cual, siendo anciano.

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