Del tiempo atrás a los presentes marchitos,
la vida son momentos que no quieren volver,
pero que recuerdas, y son razón de estar vivo,
que los sientes y acaricias, sin poderlos ver.
Es la sal reposada en las orillas de la mente,
la calva en la cabeza que se acaba por pulir,
guarda todo lo que desaparecerá posteriormente,
cuando en pecho de gente, el corazón cese de latir.
La naturaleza te la da, tal que luego la retoma,
deja que te pierdas en sus parajes de alma bella,
marca un principio y final para seres y personas,
y acrecenta o decrece la pasión por las quimeras.
Mescolanza de sentimientos, refugios y explosiones,
morada interior, imaginación y sueños por descubrir,
es un finito sujeto a la identidad propia de unidades,
pero siendo un sinfín de trecho venido y por venir.
Controla nuestro tiempo, abanicándonos con segundos,
nos da temores, sonrisas, llantos, cargas y alivios,
nos ofrece libertad a cambio de salud y de lo más nimio
avanzando sin parar; reciclándose en los sinos del mundo.
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