Despetaremos junto a la mañana
tras la noche que guardo para ti.
Nos querremos todo lo que venga en gana,
hazme saber si un día fui feliz.
Seguiré a mis pasos a dónde vayan,
que no me lleven, por favor, lejos de ti.
Hay veces que estoy en un laberinto
y la salida y la luz la tienes tú.
Junto al viejo mar, susurrando a mi barquita:
Vamos a zarpar del puerto de la melancolía.
Ya verás, alma tierna ya verás
lo que se oculta tras la luz del alba.
Te llevaré, yo juro que te llevaré
al lugar donde los cuerpos se aman.
Pistolera, disparaste a mi razón,
y la perdí, dejé que se esfumara.
Y ahora que ando sin voluntad
espero que me acojas, por siempre, en tu viajar.
por las olas olas de cariño, en tu viajar.
por las nubes y el cielo, en tu viajar.
por los mares y montañas...
en tu viajar.
Junto al viejo mar, susurrando a mi barquita:
Vamos a zarpar del puerto de la melancolía.
13 mar 2008
4 mar 2008
La vida
Del tiempo atrás a los presentes marchitos,
la vida son momentos que no quieren volver,
pero que recuerdas, y son razón de estar vivo,
que los sientes y acaricias, sin poderlos ver.
Es la sal reposada en las orillas de la mente,
la calva en la cabeza que se acaba por pulir,
guarda todo lo que desaparecerá posteriormente,
cuando en pecho de gente, el corazón cese de latir.
La naturaleza te la da, tal que luego la retoma,
deja que te pierdas en sus parajes de alma bella,
marca un principio y final para seres y personas,
y acrecenta o decrece la pasión por las quimeras.
Mescolanza de sentimientos, refugios y explosiones,
morada interior, imaginación y sueños por descubrir,
es un finito sujeto a la identidad propia de unidades,
pero siendo un sinfín de trecho venido y por venir.
Controla nuestro tiempo, abanicándonos con segundos,
nos da temores, sonrisas, llantos, cargas y alivios,
nos ofrece libertad a cambio de salud y de lo más nimio
avanzando sin parar; reciclándose en los sinos del mundo.
la vida son momentos que no quieren volver,
pero que recuerdas, y son razón de estar vivo,
que los sientes y acaricias, sin poderlos ver.
Es la sal reposada en las orillas de la mente,
la calva en la cabeza que se acaba por pulir,
guarda todo lo que desaparecerá posteriormente,
cuando en pecho de gente, el corazón cese de latir.
La naturaleza te la da, tal que luego la retoma,
deja que te pierdas en sus parajes de alma bella,
marca un principio y final para seres y personas,
y acrecenta o decrece la pasión por las quimeras.
Mescolanza de sentimientos, refugios y explosiones,
morada interior, imaginación y sueños por descubrir,
es un finito sujeto a la identidad propia de unidades,
pero siendo un sinfín de trecho venido y por venir.
Controla nuestro tiempo, abanicándonos con segundos,
nos da temores, sonrisas, llantos, cargas y alivios,
nos ofrece libertad a cambio de salud y de lo más nimio
avanzando sin parar; reciclándose en los sinos del mundo.
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