caes en una muerte relativa.
Vives porque no te faltan los ojos para verlo,
pero estás muerto porque tu corazón así lo ansía.
No relucen las promesas de futuro,
el hambre se evapora como un charco de agosto,
la mente fluctúa en vaivenes cadenciosos,
que por más que den vueltas, siempre vuelven oscuros.
No hay dolor ni sentimiento, sólo pena y apatía,
no hay rosas en los dedos, sólo yemas heridas,
la sangre baja su presión, deja las venas vacías,
sobretodo las del pene, perdiendo pasión y manías.
Teniendo frío a sol en pecho, puro hielo en el sentido,
teniendo escarcha en los lamentos, flores mustias en asilos,
sabiendo jugar las cartas; las de un lance ya perdido,
no se pierde la esperanza en cuatro damas de un soplido.
Parte del ser no ajeno queda irreversiblemente hecha añicos,
otras partes, sin embargo, lucen vida a bocanadas,
no hay parte alguna que, por bien o mal, no se sepa afectada
cuando, a la postre y sin remedio, se pierden formas y cariño.
Haced un hoyo para el saco de huesos y carne que quiere descansar,
removed la tierra para que se oxigene el plato de los elegidos,
el plato de los que vengan a por materia, a bien de alimentar,
a sus míseras almas de carroñeros empedernidos.