Puedo no ser una persona decidida,
un mal suicida, un personaje desbocado.
Un malhablado, un aquejado sin su silla,
una verdad invertida, unos lazos sin regalo.
Tampoco soy lo que se dice muy normal,
o un ejemplo ejemplar, soy el cero al otro lado.
Por eso a ti yo te pido la piedad,
y aunque tenga veneno que me cojas de la mano.
Me confieso partidario del vacío
que deja el frío que respira por la cama.
Lo reconozco: esta noche no he dormido,
me la he metido entre copas, birra y farra.
Y aunque la sepa no me sale la manera
de hacer que tu me quieras a mérito propio.
Yo sólo quiero que me veas con deseo,
que me beses sin recelo, que imagines que soy otro.
Hace ya un tiempo te dije unas palabras:
¿Cómo andas, nena? Respondiste: con las piernas.
Me dejaste sin apenas decir nada,
giraste en seco, y pase otra noche en vela.
Me bebí hasta las gotas derramadas,
paré en cada parada donde sirvieran refresco.
Se esfumó la pasta y la madrugada,
el subidón se fue a malas; necesitaba un entierro.
Y aunque sude ante paciencias y coherencias,
ante citas y caricias, carantoñas y ñoñismos.
Sólo te pido que me tengas en tus bragas,
que tu sexo me embriagaba,
que sin tu ritmo no es lo mismo.