Dime si quieres reír
tras la tormenta que tran las voces,
dime si quieres sentir,
yo te hago mía sin los reproches.
Dime que harás tú allí
con tantas luces que a ti te cieguen,
dime a acaso si no es mejor
una sombra oscura que te desvele.
Dame por qué sonreír,
yo dejaré risas por huellas.
Dame algo por qué seguir,
dame la miel de tu alma bella.
Y amanecerá un día sin ti
y se me va a antojar eterno,
no seré bueno de servir,
si no te sirvo para ser tu siervo.
Entonces tras las campanas
que se apiaden de mi pobre cuerpo,
daré parte de muerte por ganas
de posar perenne entre la tierra y tu cielo.